Juan Pablo II Y Benedicto XVI: "Dos grandes amigos”
Mons. Agustín Román
En este mes de abril,
de este año 2005, hemos tenido dos Papas en la silla de Pedro. Comenzamos el mes
con el muy querido Juan Pablo II pero moría el sábado 2, después de 26 años de
extraordinaria labor evangelizadora en la que había recorrido 1, 163,865
kilómetros visitando 697 ciudades del mundo.
El martes, 19 de abril, el conclave de cardenales nos presentaba al Cardenal
Ratzinger como el nuevo Papa quien tomaba el nombre de Benedicto XVI y de quien
recibíamos la bendición “Urbi et Orbi”.
Dos grandes amigos se han separado, Juan Pablo II partía hacia el cielo y el
Espíritu Santo nos entregaba a su amigo y compañero Benedicto XVI. Habían
trabajado juntos desde 1981 cuando el Cardenal Ratzinger aceptara el llamado de
Juan Pablo II para asumir la importante responsabilidad de Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe y la presidencia de las comisiones:
Pontificia Bíblica y Teología Internacional.
Dos hombres extranjeros en Roma como extranjero fue el pescador de Galilea.
Wojtyla nació en Polonia en 1920 y Ratzinger en Alemania en 1927 lo cual resalta
la Catolicidad de la Iglesia de Jesucristo que nos hace recordar la Catolicidad
que quiso imprimirle al decirle: “Id y enseñad a todos las gentes.”
Wojtyla y Ratzinger, dos hombres que participaron y vivieron el momento cumbre
de la Iglesia en que se cumplen cuarenta años en este 2005 y que fue el Concilio
Vaticano II (1962 – 1965). Wojtyla participó como Padre del Concilio y Ratzinger
en calidad de perito como Consejero Teológico Principal del Cardenal Frings de
Colonia.
Dos hombres que sufrieron en la primera parte de sus vidas los horrores del
totalitarismo, Wojtyla el comunismo y Ratzinger el nazismo. Ambos crecieron en
la fe dentro de un ambiente de persecución y martirio. Por eso ambos han
defendido tanto los Derechos Humanos y todas las libertades, especialmente la
libertad Religiosa.
La Providencia los ha traído a ambos a la tumba de Pedro en el Vaticano para
desde allí servir a todos los hermanos en la gran familia Iglesia. Ratzinger
cuidando el precioso tesoro de la fe y Wojtyla iluminando con esa fe en su
predicación apostólica escrita a través de sus 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones,
44 Cartas Apostólicas. Wojtyla con su voz en 129 viajes internacionales
visitando sus hermanos y empleando para comunicarse los nueve idiomas que había
aprendido.
Al principio de abril, Juan Pablo II partía a recibir su merecida recompensa en
el cielo donde Cristo premia a los suyos. A mediado del mismo mes, sube como el
Siervo de los Siervos de Dios, Benedicto XVI para continuar la renovación de la
Iglesia comenzada en el Vaticano II.
Un amigo no olvida a su amigo. Benedicto XVI ha tomado un nombre que no lo
esperábamos pero muy significativo porque su predecesor Benedicto XV, quien
realizó un trabajo evangelizador ejemplar a pesar de haber vivido en la
situación difícil de la primera guerra mundial (1914-1918) con una atención de
caridad a los que sufrían que hizo llamarle a la Iglesia “La Segunda Cruz Roja
del Mundo”. Benedicto XV brilló por su gran esfuerzo misionero a pesar de los
límites de su tiempo.
Oremos por el alma de Juan Pablo II y sigamos sus pasos en su interés misionero.
Oremos hoy, por el Vicario de Cristo y sucesor de Pedro: Benedicto XVI que
muchos nos ofrece a todos.
Fuente: Revista Ideal Mayo del 2005 No.334