El Obispo McCarthy, un hombre de Dios
Mons. Agustín Román
EEl Arzobispo Edward
McCarthy fue un gran evangelizador que vivió las palabras de Jesús en San Mateo
28,19 “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones”.
Yo creo que por eso lo trajo el Señor a Miami donde tenemos discípulos de todas
las naciones y con todas las lenguas, sin tener que viajar.
Al Arzobispo McCarthy le gustaban las celebraciones en grande, fuera del templo
o de edificios, donde todos pudieran participar. El cielo siempre los bendecía
con grandes aguaceros. Hasta en la visita del Papa, el cielo bendijo en
abundancia a toda la multitud. Los cancilleres: La Cerra y Marín consultaban el
tiempo cuidadosamente antes de cada celebración al exterior sin mucho éxito.
Juan Pablo II, al visitar este continente americano por primera vez, en enero
del 1979, dijo a los Obispos en México: “El Obispo debe ser un maestro de la
verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre el hombre-
También dijo el Santo Padre que el Obispo debe ser un signo y constructor de la
unidad así como un defensor y promotor de la dignidad humana.
La vida del Arzobispo McCarthy respondió muy bien a este llamado del Vicario de
Cristo. Fue un maestro de la verdad, no de la verdad humana tan limitada, sino
de la verdad que viene de Dios, la verdad que nos libera y nos hace vivir la
libertad de los hijos de Dios.
Si la “Evangelii Nuntiandi” salió del corazón de Pablo VI, nadie pudo
implementarla más que el Arzobispo McCarthy – Podíamos preguntarnos cuál fue su
método y la respuesta será su lema en el escudo Mariere-in-Dilexione-Christi
(Remain in the love of Christ).
El amor fue el motor que lo hacía querer llevar todo el Evangelio a todas las
gentes con sus programas de evangelización cada año. Su Cristología y
Eclesiología estaban bien iluminadas por el Vaticano II y los documentos de la
Iglesia.
El Espíritu Santo se movía constantemente con proyectos amplios de
evangelización no fáciles para seguirle.
Nos predicó a Jesucristo y a su Iglesia y más que predicarnos nos vivió el
Evangelio. Nos lo entregó vivido, como el testigo que sin hablar, habla.
El Arzobispo McCarthy se distinguió por el servicio al ser humano. Para los
hombres y mujeres, los niños y los ancianos buscó la respuesta adecuada en cada
momento.
El Señor lo hizo salir como Abraham de su tierra natal, Cincinnati, y lo llevó a
Arizona, donde fundó la Diócesis de Phoenix. Allí se encontró con dos culturas,
su cultura inglesa y la cultura hispana. Más tarde lo llama a Miami donde yo no
sé cuantas culturas y lenguas tenemos pero nadó entre lenguas y culturas
diversas de manera exitosa porque con la fe fue signo y constructor de la
unidad. Con su caridad nos demostró que la unidad y diversidad no se oponen
cuando nosotros tenemos el mismo credo, pero también nos demostró que ni la
unidad, ni la diversidad caminan sin el amor.
Siguió bien la tradición de esta Arquidiócesis como defensor y promotor de la
dignidad humana. Nos escribió 25 cartas pastorales siempre llamándonos a crecer
en la Fe, Oración y Caridad.
Hermosa manera de presentar a Cristo Profeta (por la fe) al Cristo Sacerdote
(por la oración) y al Cristo Pastor (por la caridad).
De 1985 a 1988 trabajamos el Sínodo con él. Ahí pudimos descubrir su caridad
pastoral de servicio. Durante esos tres años, oía más que hablaba pero cuando lo
hacía era como un defensor y promotor de la dignidad humana, fuera nativo o
extranjero.
El dolor del desterrado lo sentía de tal manera que en más de una ocasión lo vi
llorar al no poder responder favorablemente una necesidad.
La sencillez de su vida impresionaba. Recuerdo que cuando en el hospital después
de la operación de corazón en 1979 se le perdió su anillo que él traía de
Phoenix y Bishop Nevins y yo le mandamos a hacer uno… lo recibió como si hubiera
sido el perdido.
Esperó el quinto centenario de la evangelización de América con gran entusiasmo.
Fue el Chairman de la Comisión que la Conferencia de Obispos dedicó al comienzo
de la evangelización, trabajando intensamente en la Carta Pastoral que se hizo
por los Obispos. Recuerdo cuando lo encontré muchas veces documentándose en la
historia de las misiones que comenzaban y el desarrollo de la Iglesia en los
cinco siglos.
El Evangelio hoy nos presenta el encuentro de Pedro con Cristo. Cristo le
examina preguntándole si lo amaba y la respuesta del primer Obispo de Roma fue:
Sí, Señor tú sabes que te quiero –Señor tú lo sabes todo: tú sabes que te
quiero. El pasado martes 7, cuando nuestro Arzobispo llegó al cielo estoy seguro
que salió muy bien de su examen.
Arzobispo McCarthy, es la última vez que visitarás esta Catedral tan querida por
tí. De aquí irás al cementerio Our Lady of Mercy.
Nosotros no te olvidamos, visitaremos tu tumba y desde el silencio de la misma,
recordaremos tus palabras: “Crezcan en la fe, oración y caridad”.
Fuente: Revista Ideal Julio del 2005 No.335